Gira Champusera 2012/ Champañeras visitadas [Reims, Epernay y Troyes]


Hace rato que estoy ausente por acá (¿Tres meses ya? ¡Cómo pasa el tiempo!).
Las razones: primero, exceso de trabajo. Y luego, las fiestas y el arranque de mis merecidas vacaciones.
Ahora, ya más tranquilo y debidamente descansado, vuelvo a mi querido blog y les cuento que allá por noviembre me escribió un amigo y seguidor de estas crónicas directamente para preguntarme “¿por qué los post de este año se llaman Gira Champusera si sólo se muestran comidas? ¿Fuiste a comer o a chupar?”
Ni lo uno ni lo otro, querido Pato.
Ambos.

Y como prueba, acá van algunas fotos de las champuseras visitadas por nosotros:
(Reims, la capital administrativa de la provincia del Champagne. La entrada de Pommery y abajo, una de sus musas -arte champañero puro- y luego la entrada de la Mansión Demoiselle, otro de los champuses de la marca)





(En Reims, Vueve Clicquot Ponsardin es puro diseño y color. Y gran champú también!)




(Seguimos en Reims. Arriba, la casa Mumm -el preferido de Guillote- y abajo, Roederer, que quedaba cruzando la calle en donde nos hospedamos: un cómodo estudio con kichinet y muy lindo ñoba! Grande Anita!)




(Arriba, todavía en Reims, la entrada del antiguo Charles de Cazanove -muy rico-, más abajo, la entrada del excelente Taittinger y al lado, ya en Äy, en las afueras de Epernay, los clásicos depósitos del Ayala) 




(Epernay. El corazón de la Champaña. Acá estamos en Mercier, que aunque en la Argentina sea una segunda y pedorra marca de Chandón, allá en la France, es un champú de la puta madre. Anita posa con el gigantesco barril con el que la marca participó de la Expo Universal de París de 1889 y que según dicen, fue la 2º más importante atracción. Estaba lleno con el contenido de 40 mil botellas y lo trasladaron desde Reims hasta París  con tracción a sangre. El edificio que lo contiene fue construído especialmente para albergar este barril que se apoya en ejes y ruedas de ferrocarril. Muy grosso!)
(Todavía en Epernay. Arriba la imponente fachada de Moët & Chandon, la casa del Dom Pérignon sobre la Av. del Champagne, más abajo yo "muy tuerca" con el viejo móvil del exquisito y muy recomendado por el Jedi don Pedro Rosell, champú Perrier Jouet, y abajo Anita en la puerta de Laurent Perrier, suscribiendo la máxima del lugar que dice que "nunca tome agua en abundancia") 


(Epernay. Arriba, la entrada de Bollinger, el champú que tomamos los agentes secretos. Ejem... Luego, Billecart-Salmon, una marca poco conocida cuyos champuses son extraordinarios. Muy. Y más abajo, el renombrado Deutz)
(Seguimos en Epernay. La antigua torre del Castellane -se puede subir al mirador!-, que además de ser un establecimiento clásico del lugar y de ser un muy buen champú, tiene un museo de publicidades antiguas, de máquinas de fabricación y embotellado, y un muy importante stock de antiguas máquinas de imprimir etiquetas, encorchadoras, bozales y etc.)
(Paul Etienne SG en plena Av. del Champagne en Epernay, uno de los productores independientes mejor posicionado, a su izq. Vicent D'astrée, de Pierry en las afueras de Epernay. Dicen tener la copa de champú más alta del universo (?) y abajo, la extraordinaria Michel Lenique, que desde mediados del 1700 está ahí, al pie de la ladera de Pierry, y cuya dueña, Corinne, nos paseo por la planta, las cavas, los viñedos  -hasta vimos a su hijo etiquetando botellas- y nos dejó catar con la mejor onda del mundo. Una superfenómena Corinne!!!)


Y finalmente la última parada de una semana inolvidable: Troyes (pronunciese trguá). La cité más medieval de la France, capital mundial del "outlet", potencia agrícola y última región champañera de la provincia. Plena de productores independientes y de pequeñas villas ad hoc. 
(Saliendo para el sur hacia Bar-sur-Seine pronto llegamos a la "rotonda más loca del mundo": un enorme corcho anuncia la entrada a Celles-sur- Ource, dónde probamos el artesanal y elegante Hugens Lassin)
(A la salida, arte champañero con una botella de miles de botellas y además, en frente al corcho gigante de Celles, la entrada a Polisot con sus correspondientes placa y sujetador gigantes. Parece joda, pero así es nomás...) 
(Ya camino a Les Riceys -donde comimos lo mejor de la gira francesa en el hotel y restaurant Le Marius, y por apenas 13 euritos- lo más bizarro: un corcho "tamaño monoambiente"de paja)              
De más está decir que lugar dónde paramos, lugar donde nos tomamos algo... Pero, allá el tema "horarios" es así: las champañeras atienden tipo oficina: de 9 o 10 a 17 hs. A partir de ahí, y hasta el horario de las 20 para ir a cenar, hay que frecuentar bares -para seguir catando- o directamente ir a una vinería y comprar algo frío para tomarlo en el depto u hotel. Así, además de catar en los lugares que visitamos, también le dimos al EXTRAORDINARIO Nicolás Feuilliatte –tal vez uno de mis preferidos-, el Tornay, el rosado majestuoso Maurice Vesselle, el EXQUISITO Ruinart –muy pero muy bueno!-, el Herbert Beufort de Bouzy, el Pol Roger -que tomaba Churchill-, tres diferentes Bergeré, y alguno más que ahora no me acuerdo...
De ahí que me fuera de la Champaña en este estado...

Cumpleaños del Héroe [Tunuyán - Mendoza]

El domingo 7 volé a la cité de Mendoza con un sólo propósito: festejar con mi héroe personal su cumpleaños Nº 61, que ocurriría el 8 de octubre.
Llegué cargado con un especial de la revista Gente de 1983, con las 100 mejores fotos del triunfo del recordado don Alfonso y un imprescindible tubo de Salentein extra bruto 100% chardonnay del Valle de Uco.
Apenas aterricé nos fuimos cagando a la vinería a aprovisionarnos: un par de tubos del modesto Finca Los Primos (infaltable en esta ocasión), uno de Las Perdices champenoise extra bruto 80 de Chardonnay y 20 de pinot noir, un Progenie III de Pulenta –que estaba idem- EB 60 y 40, y algún que otro Rimé Sensacional por si las moscas…
(Fernando Julio y Julio Javier, dos primos que se tomarán un idem)

El loco hizo pizzas caseras ese domingo –riquísmas- (él mismo amasa la masa y salsea la salsa), y nos preparamos para ir el domingo hasta Tunuyán a comer a La Posada del Jamón…







Ya en la Posada, en la mesa nos esperaba una simpática bandejita con buenas aceitunas negras, un escabeche de chancho (¿de qué si no?) y un deshubicado hinojo picado (¿).
Arrancamos la turné con un Alta Vista Premium EB 100% Ch. y enseguida llegó la bandeja de fiambres: jamón crudo, bondiola, testa de chancho, salame grueso y sobrasada… muy buen material! 
(El derretido blanco es una provoleta pasada de rosca!)



Seguimos con el surtido típico de la casa: chori, morci (increíble), pechito y espalda de porco. Acompañamos con una ensalada autóctona de hojas verdes (radicheta, rúcula, lechugas varias) + algún tomatito cherry + huevo + croutones + tiritas de jamón crudo. Todo muy rico… Esta segunda tanda la redondeamos con un Laureano Gomez brut Rosado de Malbec (tradicional y puro: sin agregado de licor de expedición!). 












(Un servidor y mi primo Fernando -aka Guillote- degustando en lo de Dani un 
Moet & Chandon francés)

Mi héroe personal es mi primo mayor Fernando Julio Barbeira , hijo de Julia, la hermana de mi padre Julio, ambos hijos de don Julio Doeyo Blanco.
Él tiene un hermano llamado Julio Fernando (no es joda), y yo otro llamado Julio Ariel… En fin…
El tipo siempre fue un faro que me guío en la oscuridad. Gracias a él conocí las revistas Satiricón allá en los 70 –y a sus dibujantes argentinos-, a grupos como Queen, Genesis, Yes, Led Zeppelin y otros más. Él me mostró por primera vez a Roger Dean, y me llevó al Luna Park a ver “videos musicales” en una pantalla gigante (qué chotos aquellos años…). Él me prestó una luca verde cuando me compré mi primera máquina de imprimir, y era él el que ya trabajaba y salía con minas buenas cuando nosotros éramos unos críos que lo mirábamos desde abajo con los mocos colgando. Era –es- un grosso.
Tiene una actitud personal que ni soñando tendré jamás, unos huevos de este tamaño y una memoria y un acervo –en especial para películas, discos y libros- que ya quisiéramos varios… (Lo que confirma –por suerte para él- que sus genes Barbeira predominan sobre sus genes Doeyo)Ah, además siempre fue un grande del dibujo... 
De guachos, con mi primo Álvaro, le revisábamos los bolsillos de los trajes para afanarle las monedas... 

Una vez me dejó la heladera en cero, cerrada y llena de comida –que se me pudrió- y además es un gorilón tremendo… Pero, pueden estos pequeños puntos de oscuridad hacerle sombra a TANTA LUZ?





(Acá está el origen de tamaño despropósito: que casi todos por acá se llamen Julio!!!)







Gira Champusera 2012/ St. John [Londres]

Cuenta don Antonio Bourdain en su libro “Viajes de un Chef”, que Fergus Henderson le dijo, mirando con placer la cabeza asada de un porco: “éste ha sido un cerdo feliz”.

Fergus Henderson es el chef propietario de St. John (el restaurant favorito de don Anthony en todo el mundo!), cuya casa principal queda en el Smithfield de Londres y que, según el cocinero viajero: “su país nunca lo ha necesitado tanto…”.
Lo cito: “…hace años, cuando la sabiduría prevaleciente entre los sibaritas impuso peregrinas porciones minúsculas de extraños bocados esculpidos y brillantemente coloreados –ligeros en proteínas y pesados en verduras-, Fergus descubría en el cerdo 
–la grasa de cerdo, los cortes de cerdo, las tripas del cerdo-, los colores de su paleta rústica: marrones, beiges, tonos de la tierra, ocasionalmente con un toque verde, simples, modestos, y sin pretensiones ni atenuantes, absolutamente ingleses. (…) 
Hoy, cuando los simples mortales se encorvan sobre platos vegetarianos, calzados con sandalias de cáñamo, asustados ante la idea de contaminarse con productos animales, los devotos de St. John –y son [somos digo yo] muchos- acuden en manada a este comedor sencillo, sin decorar, para deleitarse con el tuétano asado [largos trozos de hueso al horno del cual sólo puede comerse el caracú], el rollo de bazo [una víscera onda entre riñón e hígado…], el corazón de buey a la parrilla [el corazón de un toro al que le cortaron los huevos y lo engordaron!], la tripa a la brasa [mondongo a la plancha, vistesss?] y los rabos de cerdo fritos [esto también tengo que explicarlo?].

En fin... ¿podía ir a Londres y no comer en un lugar donde se venera a un cerdo y el caracú puede ser “el plato del día”?

Teníamos mesa reservada en el St. John de Smithfield, el original… Pero su menú se presentaba “tan radicalmente chancheril & monofágico” que pensamos que mejor ir a la versión más tranqui, el bred & wine, considerando que allí Anita podría “dar el salto” y arriesgarse a morder algo más que una blanca pechuga de pollo. Pero no.
(Arriba, mi entrada consistente en una finas tiras de Piel de Cerdo crujiente, acompañadas con achicoria y rabanitos... Nunca, pero nunca, había comido una ensalada donde el sabor dominante fuera la piel de chancho crocante, y su textura, la de una variada ensalada... Increíble... 
Abajo, la... ¿minimalista? ensalada de tomates -varios- que Anita disfrutó de entrada y plato principal a la vez. De hecho, se tomó el laburo de quitar cualquier pedacito de hojita verde que no fuera tomate -ya que también tenía pedacitos de tomates verdes!-)






(Yo seguí la con un nada tradicional Corazón de Buey con hojas verdes, y unas papas y nueces. El buey es el toro castrado que se engorda para el sacrificio. 
¿Éste, fue un toro feliz?)
(A la hora de los postres, Anita -arriba- se autolaceró con una Torta de Choclate y helado de almendras. Por mi parte -abajo- y considerando que este era el último día de estancia en el viejo mundo y debía seguir con la estricta dieta que empecé en Francia, me decidí por unas Tostadas con foie gras de pato. Vinieron presentadas como se debe -tal como me enseñó mi amigo Peluchote-: con una rosca de pimienta y la flor de la sal arriba. Si bien el mozo no entendía del todo que quisiera de postre lo que él consideraba una entrada, las trajo igual al grito de "¡fucking crazy Italians!")





(De tomar, un Bollinger de medio y agüita, que nos quedaba toda la tarde por delante y esa misma noche nos volvíamos... de ahí la cara de culo con la que se me puede ver acá abajo, ¿no?)
Gastamos 90 libras... con Champagne francés, foie gras y tal...
Al otro día, ya en Baires, comimos en un prestigioso bar del Bajo Flores un plato del día y una milanga con fritas, una coca y una Quilmerd por $ 90!!!
Qué coincidencia, ¿no?

Gira Champusera 2012/ previa en A Fuego Negro y cierre en el insuperable Bar Martínez [San Sebastián]


Nuestro amigazo Alfredo vino a buscarnos a San Sebastián ese domingo porque al otro día salíamos en su auto los tres para Vitoria, a conocer el lugar, ver su exposición en el Artium, y además, ir hasta Arrazola.
Esa tarde subimos al Monte Igueldo, desde donde vimos la Bahía de la Concha como no se puede ver desde ningún otro lugar… Bajamos al Peine del Viento a oír el rugido del mar y a charlar en la penumbra del anochecer inminente y desde ahí, directo a la Parte Vieja a arrancar el poteo.

(Arriba: nosotros tres y la vista de la Bahía de la Concha desde el Monte Igueldo. Abajo: el fabuloso Peine del Viento, obras de Chillida sobre la arquitectura de Peña Ganchegui)
Pasamos por La Cuchara de San Telmo pero ya cerraban y entonces nos fuimos al A Fuego Lento. Ahí arrancamos con un cava Raventós y Blanc, una tortillita in-fal-ta-ble para Anita y una Merendola de Foie para nosotros.
El pan que acompañaba el foie era una maravilla, con trocitos de durazno incrustados, y el foie cubierto por una sutil y mínima crosta dulce que lo potenciaba y equilibraba a la vez. Anita siguió con una mini hamburguesa de Kobe, ese tipo de carne que viene del Japón, donde –dicen- masajean a la vaca, le dan cerveza de tomar y trigo especial de comer y tal… Según Ani, sabía a hamburguesa y punto. “Sin bobadas”, por favor…
(La mini hamburguesa de Anita... Por suerte, la completó con su infaltable tortilla!)

A punto de irnos, uno de los que atendían nos escuchó hablar de nuestros planes para el día siguiente y, reconociendo a Alfredo, le pidió que le firmara el menú… Lógico, el hombre es toda una celebridad del mundo del arte en aquellos pagos y hasta sale en los diarios y todo! (lástima que ya habíamos pagado, no?).
De ahí nos fuimos directo al Bar Martínez.
El “Gigante” de Hondarribia nos lo había recomendado así: “Si tuviera que elegir un solo pincho sería el del Bar Martínez, en la calle 31 de agosto [Hoy!].  Si vas, grita bien alto, has de pedirlo así: ¡quiero un pimiento en ensalada! Si lo coges de la barra, estás perdido, forastero. Es muy sencillo, un pimiento relleno frío, nunca he sabido muy bien como se apellida el relleno, una especie de atún con salsa tártara, de sabor muy peculiar. Cada vez que lo pides, aunque el sitio esté atiborrado de gente, los tipos te lo hacen al momento. Tuestan una rebanada de pan, rellenan el pimiento delante de tus morros y le tiran encima una vinagreta nueva, muy vigorosa y buenísima, con un aceite de oliva casi medicinal.”




















(Los famosos Pimientos. Lo mejor de lo mejor!)

También le dimos a unas exquisitas rabas, unos pimientos –piparras- fritos con la rosa de la sal por encima, más pimientos rellenos, cervezas varias (Anita se clavó más de un autóctono txakolí, un vino blanco producido a partir de uvas verdes medio ácido, medio dulzón…) y la otra especialidad de la casa: unos buñuelos de corazones de alcauciles con jamón ibérico (tre-men-dos!) y para cerrar la noche, Anita se hizo firmar un autógrafo del mandamás del lugar.

Ya lo saben, un día como hoy hay que comer acá!