Comer como reyes en Niushork

Así como alguna vez comí en la casa de un importante chef vasco (cuyo programa de TV se emite diariamente por la tele de Bilbao), en nuestra visita a NY fuimos -no podía ser de otra manera- a cenar a Les Halles.

La cocina de esta brasserie fue durante años “la casa” de Tony Bourdain, escritor, chef y viajero bon vivant que desde hace años tiene un programa en la tele que ahora se llama “Anthony Bourdain, No Reservations”. El loco ya abandonó la cocina y vive de viajar y morfar en todos los rincones del planeta. Come bien y mucho, y lo mejor: es fanático del chancho! El tipo es hoy, al decir de Marcelo Panozzo, "una estrella de rock"...

Cuando mi desafortunada fractura de cadera –enero de 2006- veía su programa diariamente. Me hice fan del tipo al punto de comprar todos sus libros y de seguir siempre su programa. Gracias a ésto, he ido a comer en Venecia a uno de los restaurantes que él recomendó, lo mismo que en NY, en San Sebastián, etc…
No siempre se puede ir a comer a los lugares donde come el hombre: los precios a veces son impagables. Aunque otras veces, no tanto…

Nos fuimos con Anita al ground zero, ahí donde tiraron abajo las Torres Gemelas y a la vueltita nomás, está el Les Halles. Ya no está el maestro, pero al frente de la cocina está su discípulo dilecto, un mexicano con el que apareció alguna vez en su programa. La cocina es básicamente francesa, con algunos toques de cocina internacional. El propietario del restaurant -Mr. José de Meirelles- es un portugués que vive en NY desde hace años y, por lo tanto, se puede confiar en que allí se comerá bien.

(Ana se roba unas fotos sin flash en el interior del bistró. Puro arte fotográfico!)

De tomar ordenamos un cremant de medio pelo (champú francés que no es de la zona de Champagne), yo me clavé un Confit de Canard (pata y muslo de pato horneados en su propia grasa) con una ensalada verde con toques de pancetita y además una tostada untada con foie gras. Anita, su variedad de Pork Mignon, selección de solomillos y bondiolitas de porco a las brasas, acompañados de puré y papitas rejilla, y bañados en una salsita semidulce que, dice, le encantó.
A los postres, Anita y una infaltable Tarta Tatin (de manzanas caramelizadas) y yo un fresco y saludable Plato de Frutas (!).
Nos gastamos 115 dólares, 55 en bebida y el resto en comida. O sea, precios normales y rica comida francesa en NY.
Ni una alita de pollo…

(El riquísimo Confit de Canard)

(Del Pork Mignon de Anita no quedó nada...)

En NY, además, fuimos a comer unos sanguchitos a otra recomendación del bueno de Tony. Pero eso queda para la próxima...