(Mensaje que me colgaron en el árbol de los deseos de los jardines del Peggy Guggenheim Museum)
Un año atrás, exactamente hoy, pude cumplir un sueño que soñé (duplico), en el 2006...
Aquella vez, me imaginé cumpliendo 50 pirulos ahí, en las escalinatas de la monumental Iglesia del Salute, el lugar que más me gusta de la ciudad que más me gusta: Venecia.
Conocí Venecia en el 2006, gracias a una firme (y extraña) determinación de ir al lugar aquel que siempre -pero, siempre- me había llamado tanto la atención. Y gracias a la enorme generosidad de mis hermanos Daniela y Ciruelo, que me regalaron el viaje desde Barcelona...
Y me imaginé ahí, cuatro años después y brindando con mi familia en las escalinatas del Salute. Supuse, y no me equivoqué, que esa sería la única manera de "pilotear" un cumpleaños tan cargado de significado, de tanta certeza de adultez...
"Son 50 años -me dije- entro de lleno en la categoría de la cuasi tercera edad".
Por suerte, pude cumplir mi sueño y aquel día, hace exactamente un año, brinde con familia justo ahí.
Los chicos, gaseosas. Ani y yo, unos individuales Bellini, el cóctel "oficial" de Venecia, a base de jugo de durazno y champán bien helado. Sobre unos de los pequeños amarraderos que hay sobre el canal, a orillas de la Iglesia y casi de frente a la Piazza San Marco y el centro de la ciudad más alucinante que conozco.
Acá tenés, Pulido, lo que pediste el 13 de diciembre del 2010: fotos del brindis.