Empezando por el champagne, Chicago 2011.

Hace un rato que no me siento a escribir. Ando con poco tiempo...
Saben quienes me conocen, que estuve todo el mes de octubre de viaje, primero en Santiago de Chile y luego en Usa, visitando mis amigos de Chicago y Miami, y conociendo Nueva York. 
O sea, que a los todavía inéditos reportes gastronómico del viaje por mis 50 pirulos del 2010, ahora hay que sumarles las nuevas experiencias chilenas y yankees del 2011... Y si tomamos en cuenta que en mayo de 2012 vamos con Anita para Reims, Epernay y Marne a hacer la gloriosa "ruta del Champagne", en el mismo corazón de la provincia francesa... En fin, es cierto que voy muy atrasado.
O aumento la cantidad de post para ponerme al día.
O hago una selección más rigurosa.
O sigo así, a los tumbos... y me sigo atrasando in eternum.

Sí, mejor no cambiar lo que es un éxito...

Este es mi amigo Ceppi. No lo veía desde el 98, cuando nos encontramos en Los Angeles. Vive en Chicago desde hace añares, creo que desde 1992 o o algo así...
Está intacto. Sin pelo, claro (aunque nunca tuvo demasiado). 
Estuvimos una semana en su casa, junto a su esposa Verynice (Berenice en realidad), y sus hermosos vástagos Ricky, German Boy y Gabrielita. La pasamos muy bien, de primera. Ya les contaré las exquisiteces que comimos gracias a las estupendas manos de Verynice -que hasta me compró unas orejas de chancho que nunca llegamos a comer!-.
Y claro, él y su esposa fueron iniciados por nosotros en la ¿glamorosa? ¿decadente? ¿choborrística? afición al champagne. Ya veremos por aquí imágenes de las consabidas "almendras amargas" que atestiguan lo antedicho.
Y para arrancar con Chicago, y seguir con el champagne y los amigos, la primera experiencia en suelo imperial.

Una vez más, y siguiendo con una especie de tradición que arrancamos el año pasado en Lisboa (y espero de corazón podamos mantener en el tiempo), nos encontramos en Chicago con nuestro amigo Alfredo (artista plástico de reconocida trayectoria, especialista en el difícil arte del buen vivir, amiguísimo de Ana y tipo excelente con un gran humor), que segundos después de encontrarnos -y luego de un año de no vernos- disparó: "Javi, tengo un lugar excelente aquí en el down town para ir a tomar una copa". 
El lugar era el POPS for Champagne, una suerte de bar/restó muy prolijo, con una barra central y unas mesas altas sobre los vidrieras... y claro, especializado en champagne.

Decidimos probar en principio algún espumante made in Usa. Sabemos que en el Valle de Napa y sus cercanías se hacen los vinos del país. Y aunque allá en el norte se consiguen los mejores champuses de Francia, España, Italia, Australia y hasta de Argentina, nada mejor que tomar algo autóctono (que para eso fuimos hasta allá, ¿verdad?). Elegimos un Roederer Estate Rosé, del Anderson Valley. Lo mejor -que podíamos pagar- de ambos mundos: uvas de California y know how francés. Muy bueno, y por "apenas" 55 verdes... 

Pero, claro, serían las 11 de la mañana. No daba para almorzar todavía, pero tampoco para clavarse unos champuses con el estómago vacío. Entones, decidimos picar unas pavaditas...
Arrancamos bien franceses con una terrina de conejo, y la seguimos con unas italianísimas croquetas de cangrejo. Después, unos prolijos y españoles muslos de pollo adobados con una cítrica salsita que -arriesgo- venía con lima, algún toque de jengibre, unas cebollitas y tal... Diría la patrona de todos nos: Un puema!



En fin, verán que la vida del editor independiente es muy sacrificada..., y me despido por hoy con una verdad del pensador contemporáneo Carlín Calvo que nos reveló en su momento que la vida "es una lucha".