Semana Santa 2012 / Inauguración oficial de la Temporada Estival 2013


"Comer, beber y ser feliz, porque mañana moriremos"
La pasada Semana Santa, dos parejas icónicas de las Pampas, el Delegado y don Geri –por un lado-, y “La bella y la bestia” -por el otro-, se reunieron en la Rancho Rosa de Mar para despedir oficialmente la Temporada Estival 2012 y dar por inaugurada oficialmente (duplico) la Temporada 2013.
Con un asado triple, y el invalorable auspicio de la Bodega Ponce Torres de Mendoza (http://www.bodegaponcetorres.com.ar), “los cuatro de la costa” le dieron a la parrilla una, dos… y hasta tres veces, siempre acompañados del buen Astral Cup, el espumante de la bodega creado especialmente para pasar una noche con onda…










De sabor frutado, finas burbujas y bouquet delicado –muy recomendable, hay que decirlo- este champucito tiene además una etiqueta que brilla en la oscuridad –como puede verse en estas fotos- y además, y lo más importante, se deja tomar muy bien.

(Últimos vestigios del 2º asado que esperan que se largue la tercera ronda, y el Astral que, efectivamente, brilla en la oscuridad más allá de su personal bouquet)

Además de agradecer desde aquí a la gente de Ponce Torres por mandarnos una caja, y fieles a nuestras costumbres “socialistas” de compartir lo bueno –y sufrir en silencio y soledad lo malo-, nos cargamos apenas cuatro tubos y decidimos guardar dos para sortear entre los amigos que siguen este blog… Sorteo que hicimos ya medio choborras y del cual –lo siento-, y por suerte, no hay fotos testimoniales… En fin…

Los ganadores, que ya recibieron sus sendos Astral , fueron el señor editor y burócrata del libro Patricio Fayó, y el historiador y guardián de la ley “el Gato” Van Rousselt.
Nosotros, felices… y ellos… también!



Gracias, Ponce Torres por tanta magia, y me despido aquí con una máxima del winemaker y músico Dave Matthews que asegura que hay que… “Eat, drink, and be merry, for tomorrow we die”.


Gira Champusera 2012/ El -super- Bar Néstor [San Sebastián]

Cuenta don David de Jorge en su libro que el Bar Néstor es un... 
Local castizo con tres monstruos detrás de la barra haciéndotelo pasar teta, atendiendo de lo lindo, amables, simpáticos, positivos, supervitaminizados y mineralizados, como el Super Ratón.
 (Tito -hermano de Néstor- corta un quesito del país al lado de la balanza donde pesará el superbife que, después de la aprobación del cliente, mandará a los fuegos eternos del propio belcebú... Allá atrás de Anita -dándole a su pimiento frito de Gernika-, el mismísimo Néstor, que apenas sale de sus fogones para saludar o exigir más y más chuletas para asar. Grosso! Acá abajo, el tercero de la pandilla, que además era argentino y del cual, lo siento, no recuerdo su nombre...)

El local dispone de una única mesa bautizada con el número 19, que está siempre a rebosar. Por tan fausto motivo, su nutrida clientela no tiene reparos en jamar (morfar) de pie, como mandan los cánones de las milicias romanas.”
(Sí, lastramos de dorapa y esta toma desde abajo que me hizo Anita deja ver la decoración del techo!)

“(…) Su menú es único, como en las grandes casas de comida niponas. Ensalada de tomate con sal y aceite de oliva del de beber a morro. Los cachos aliñados saben a mermelada. Néstor habla y sueña con los tomates…”
“(…) Pide guindilla fresca y pimiento de Gernika frito de segundo, no hay otra cosa. Toma pan y moja. Los pedacitos de sal adormecen la lengua y la cerveza fresca resucita células ya muertas.

Y para terminar, extraordinaria chuleta asada bien torrada, jugosa y con el corazón sonrosado, caliente. Sin alardes ni cuentos chinos de parrillas supersónicas o procedencia de cortes de cabaña criada en el mismísimo Japón, masajeada y alimentada a base de cerveza con gaseosa y trigo sarraceno. En el Néstor, a la chuleta la llaman chuleta. Y punto.

 (Diagrama de la chuleta según los planes del mismísimo Dr. Néstor)

(Sí, la chuletaza -la nuestra pesaba 850 gr., llega a la mesa sobre una base de hierro caliente y viene cortada en tiras -que quedan unidas por el hueso-, bien cocidas por afuera y vivas el rojo vivo -duplico- por dentro. Anita puso cara y enseguida desprendimos las tiras y las giramos para cocerlas un poco más por dentro. Quedaron, no hace falta aclararlo, riquísimas!)

Queso del país, tejas y cigarrillos de Tolosa (*), expreso y un orujo blanco o de café que te arrebata el hipo.”
Extractos del libro “Con la Cocina no se juega” 
del chef vasco David de Jorge, páginas 262 y 263,
editado porDebate en 2010.


Apenas entramos le dije al hombre canoso (luego supe que era Tito, hermano del mítico Néstor): “¡dice David de Jorge que debo comer aquí!” a lo que me respondió sorprendido y sobresaltado: “¡página 262!”
Enseguida congeniamos, nos presentó a su hermano Néstor, nos entretuvo con unos pimientos fritos (plato que repetimos), hasta que llegó la chuletaza y los tomates que saben a “mermelada”. Luego, ya tarde y hablando de la Argentina, la comida y demás tonterías, invitaron con cafés (el mío especial de la casa con base de leche condensada y un toque de alcohol) y de cierre: chupitos de orujo blanco. 
Gran noche, sólo me resta gritar: Vivan Néstor, Tito, y the other guy!

(*) Las Tejas y Cigarrillos de Tolosa son un producto de repostería con manteca por un lado, y por el otro, una pasta seca, con almendras enteras bañadas con un ligera película de yema de huevo y un suave toque cítrico, que se sirven de postre, en cócteles o como acompañamiento al café en gran parte de los asadores y sidrerías vascos.

Gira Champusera 2012 - Tres almuerzos tres [San Sebastián]

¿Se puede almorzar tres veces seguidas en un mismo día? Sí, claro que sí… siempre que uno esté en San Sebastián, uno de los mejores lugares del mundo.

Anita alquiló un estudio con vistas a La Bahía de la Concha, en pleno centro de la ciudad y ahí nomás de la Parte Vieja. Y siguiendo las recomendaciones de Jon (ex restauranter y actual administrador de pisos de alquiler, quién nos escribió al toque un listado de sus tabernas recomendadas)...
... Elegimos al azar –suponíamos que arriesgábamos poco y nada- y un par de cuadras después ya estábamos en Zeruko.
Cumpliendo las ordenes del Gral. Jon, y después de el precalentamiento de rigor (unos pinchos del mostrador de jamón con brie, pasta de bonito -atún- con mahonesa y pimiento,  uno de Txacka -cangrejo, tipo Kani Kama- y el infaltable de tortilla para Ani), arrancamos con los principales:

(Yo seguí con uno de Corazón de alcaucil con higadillo y piñones triturados, que sale caliente y es la locura, y después con uno de Chipirones, mango y foie, una combinación muy interesante)
(Ani, para no perder la costumbre se pidió uno de Chistorra -tipo chorizo colorado pero finito y  cumplidor-, aunque esta vez en su versión tempura... Se enloqueció!)

Todo acompañado con sendas -varias- copas de cava de rigor. 
Y ya listos y puestos, nos fuimos volando para La Cuchara de San Telmo:
Cuando llegué aquí es que perdí la razón... La pizarra con el menú hablaba por sí sola. 
Ya venía bien comido, pero tal variedad de platos, y la parrilla escupiendo fuego ahí nomás a la izquierda de la barra, con la cocina integrada y tres talibanes metiendo mano en apenas ¿dos?, ¿tres? metros invitaban a quedarse. Además, en la barra atendía un cordobés y todo el personal rebosaba de buen rollo... 
Al ver el fuego se me ocurrió ejecutar mi programa de "Los 4 elementos" y arranqué:
(El Aire: foie de pato salteado y compota de manzana)
(El Agua: Pulpo de roca con hojas de Berza -tipo repollo- asadas)
(La Tierra: espalda de Cochinillo lechal asado por 6 horas con tximi-txurri -chimichurri-, y una base de salsa de manzana, durazno, no sé, algo dulce... una exquisitez total!)

A decir verdad, ya estábamos listos. Bah, yo, porque Ani no probó bocado en La Cuchara y se limitó a verme comer como vikingo. Decidimos volver al depto a dormir un toque y después ir a la playa, pero de camino pasamos por la Plaza Mayor y justo ese día se estaba haciendo una "feria de colectividades" o algo por el estilo. 
Con puestos de diferentes regiones, bailarines en el escenario con sus danzas típicas, y de repente... ante mis ojos, el puesto de Galicia y una olla gigante... 
...Con unas señoras que tijera en mano...
... Oliva y pimentón, preparaban un superrecontraexquisitísimo...
...PULPO A LA GALLEGA!!!
... Y sí, después fuimos a dormir un toque y a la playa. Qué linda ciudad y qué bien se come en San Sebastián!

Gira Champusera 2012/ Arbolagaña [Bilbao]



Escribe el chef vasco David de Jorge (estrella de la tele de Bilbao), en su libro “Con la cocina no se juega”:

“Aitor Basabe se ríe del mundo y cocina rebelde sin perder el sentido de la orientación, frenó hace tiempo sus ansias innovadoras y perfila hoy su carta con mucha cintura, pues conoce a sus clientes y no los ningunea ni adoctrina con papilla mística; simplemente, su estilo es instintivo y se aplica duro en el fogón pringando la chaquetilla, flirteando entre fórmulas de recuerdo tradicional y otras que sacan a relucir su furia y su descaro.”

¿Cómo no ir a comer al salón de un señor descripto de semejante manera? ¿Se puede pasar por Bilbao y no comer en Arbolagaña?
No, claro que no…

Ese viernes el Athletic de Bielsa el loco se jugaba en Madrid la final con el Barcelona de Messi. La ciudad entera había perdido la cordura y desde muy temprano, mujeres mayores, niños de colegio, oficinistas, jubilados y todo dios, vestían los colores de su club (rojo y blanco) y hasta las empleadas de los negocios llevaban pintada la cara con los colores del Athletic. Toda la ciudad, pero todatoda, vestía el rojo y blanco. Balcones, colectivos, autos, motos, carteles, banderas, más, más, más… Hasta remeras con la cara de Bielsa hemos visto. Y no es joda, “la cara de culo de Bielsa” en las remeras!!!
Y mientras nosotros caminábamos rumbo al Arbolagaña a almorzar como debe ser, la gente toda iba para la cancha a ver en pantalla gigante al equipo de sus amores. (Johnny, la gente está muy locaaah…).

Arrancamos con un cava (espumante del Penedés) Emendis Imum Brut Nature Reserva (http://www.emendis.es/default.asp?pag=114) y enseguida llegó la entradita: bombón de morcilla de puerros en piparras (unos pimientitos verdes típicamente vascos muyperomuyriquitos!). Gran arranque.
Seguimos con una exquisitez nunca vista: un huevo -sólo la yema- (blando, como si fuera frito y estuviéramos por pasarle el pancito) contenido dentro de una especie de “sobrecito” de pan de maíz muy tierno, que además flotaba en un caldo de arvejas… No entiendo todavía cómo es que el pan no se deshizo en el caldo y pudo contener el huevo –que además estaba líquido, no duro…-. Una exquisitez que además es una extrañeza...

Luego llegó el Lomo de Bacalao… Apenas lo vi, dudé un segundo. A mí no me gusta la comida “ensopada” y el caldo oscuro que venía con el bacalao medio que me desilusionó… Hasta que lo probé –era un EXTRAORDINARIO caldo de pescado que no pude dejar de tomar hasta ver mi propia cara reflejada en el fondo del plato…
(Totaaallll!!!!!!!!!)

Todo este preámbulo (que ya estaba ok como almuerzo), sirvió para esperar el plato fuerte: Mollejas de cordero “crispy” en base de aceite de oliva… De verdad, el crocante de afuera de las mollejas (crocantes por fuera, muy tiernas y sabrosas por dentro) contrastaba y complementaba lo muy bien hechitas que estaban. Una exquisitez sin precedentes… Me voló la capelu.
Mientras yo metía plato tras plato “entre pecho y espalda”, Anita le entraba a su Solomillo de ternera con ragout de papas y mollejas… Y hablando de mollejas, tuve que defender a brazo partido las mías al ver que cada tanto quería afanarse alguna de mi plato: una para probar y listo Calisto…
Pero esto no era todo… Y llegaron los postres: un “lingote” de chocolate coronado con “musgo” de azafrán… Se lo pasé a Anita (probé el musguito aquel y estaba espectacular), y yo me concentré en un mixto de: helado de vinagre (sí, de vinagre!), que venía escoltado por una tostadita de queso Idiazabal  (clásico del lugar), más una torrecita de galletitas de hojaldre dulces contrastando con un fortísimo queso de Cáceres… GRANDES POSTRES!

Quien me conoce sabe que no soy de comer postres (mi estadística es: 1 postre por cada 100 pintxos!), pero debo reconocer que el helado de vinagre con la tostadita de queso Idiazabal me copó tanto, pero tanto, que apenas terminé lo que me trajeron, me pedí otro, pero esta vez doble –sin el Cáceres que casi me arranca el paladar- y además, “recostado” sobre un coulis de jengibre… Mamita…

Ah!, el lugar es confortable y muy bonito, el entorno extraordinariamente natural y fresco, la atención excelente y el precio muy razonable... Y esa comida que jamás voy a olvidar... 
Gracias por el consejo, don Jorge!