Frente al hoy moderno Forum de Les Halles (donde ayer estuvo el mítico mercado de Les Halles, aquel que Emile Zolá decribió tan detalladamente en "El Vientre de París"), y a pocas cuadras del otro hito parisino que es el Centro Pompidou, este restaurant se jacta de "cargarse" casi 90.000 pies de chancho -su especialidad-, al año. Toda una marca, ¿verdad?
De arranque, la carta es todo un compendio -una tesis doctoral me atrevo a decir- de como comerse un chancho en decenas de variantes diferentes.
El cerdo, animal rico, sano y noble que debería ser ya considerado "el mejor amigo del hombre" desplazando de una vez por todas al perro -animal que según mi opinión ostenta ese título en forma inmerecida-, se presenta aquí en diferentes versiones en la que se destaca, obviamente, el "pie de la casa".
Para empezar -después de meditar detenidamente la carta y de saborear el trago de bienvenida-, una entrada 100% porco: la tabla con forma de chanchito que viene cubierta con idem en todas sus formas: bondiola tipo serrana, jamón crudo y cocido, una panceta que decididamente se llevó el primer premio, un sabrosísimo pedazo de "testa" -lo que nosotros conocemos como queso de cerdo- y una terrina espectacular (repito por si no se entiende: ex-pec-ta-cu-lar!) que traía carne, cartílagos, lengua, morcilla, panceta y demás. Para acompañar, unos porotos con ajo y perejil sumergidos en una gelatina líquida y unos pepinos que jamás toqué. De verdad y como diría el Bambi, una mateca...
Siguiendo la jornatta, el plato principal: el pie de chancho.
Para empezar -después de meditar detenidamente la carta y de saborear el trago de bienvenida-, una entrada 100% porco: la tabla con forma de chanchito que viene cubierta con idem en todas sus formas: bondiola tipo serrana, jamón crudo y cocido, una panceta que decididamente se llevó el primer premio, un sabrosísimo pedazo de "testa" -lo que nosotros conocemos como queso de cerdo- y una terrina espectacular (repito por si no se entiende: ex-pec-ta-cu-lar!) que traía carne, cartílagos, lengua, morcilla, panceta y demás. Para acompañar, unos porotos con ajo y perejil sumergidos en una gelatina líquida y unos pepinos que jamás toqué. De verdad y como diría el Bambi, una mateca...
Siguiendo la jornatta, el plato principal: el pie de chancho.
Una pata -que supongo cocida previamente al horno-, y luego rebozada. El notable resultado: crocante por fuera y tierno hasta el hartazgo por dentro. Esa masa de cartílagos, carne y tendones de consistencia suave y sabor muy potente, con la piel crocante cubierta de un rebozado tipo milanesa se unen para lograr un sabor único e irrepetible. Se acompaña con unas papas fritas, unas verduritas y un poco de agua con limón para lavarse las manos... porque se come con las manos.
(Fotos: se puede ver el antes y el después del plato del día. Ese pequeño cúmulo de huesitos fueron, hasta hace un rato, una suculenta pata de chancho).
(Fotos: se puede ver el antes y el después del plato del día. Ese pequeño cúmulo de huesitos fueron, hasta hace un rato, una suculenta pata de chancho).
Si se preguntan qué tomé, les digo la verdad; agua.
Era un mediodía tórrido, las chicas se iban después al Louvre y Luchi y yo al Pompidou, previo paso por el Forum donde nos quedamos pasando la ovalada un rato-, la comilona se presentaba generosa y si además me clavaba algunas -seguramente varias- cervezas, en lugar de seguirla me hubiera quedado dormido. Y además, con el agua pude retener el sabor del piecito en mi boca por un par de horas...
También hubo postres para la familia, que yo no probé ni recuerdo, pero como cierre y con el café nos trajeron unos simpáticos chanchitos rosados de merengue o azúcar (o algo así...) que a las chicas fascinaron.
Los chicos y Ana comieron unos menúes que si no recuerdo mal, estarían a 18/ 20 euros cada uno... Más las bebidas serían unos 75/ 80 euros... Yo me gasté los 50 restantes. No está mal, ¿verdad?
Un párrafo aparte merece el hecho de que, justo ese día que podríamos considerar espléndido en todo sentido, nuestro querido ex presi, el Eter Néstor, dio su inesperado paso a la inmortalidad. Que como me dijo León Gieco unos días después en la Piazza San Marco, en Venecia, "los argentinos, varias veces, hemos tenido muy mala suerte". Queda dicho.
1 comentario:
Hola Javier,
Me has dejado con las ganas de probar esa pata de chancho que detallas en tu blog.
Se presenta sensacional. Y rompes esquemas, además, por que uno se imagina ir
a París a probar esas deliciosas cremas que son la vida de la comida francesa, con
queso roquefort y sus famosas especias, pero tú recomiendas ¡una pata de chancho
y un vaso de agua! Nada de los vinos franceses, ni foie grass, ni filet mignom, Una pata
de chancho y un vaso de agua. Lo máximo.
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