Comiendo como chetos en Lisboa

Comer acá, en el Chafariz do Vinho de Lisboa, fue una de las grandes experiencias del viaje: el lugar es la locura y la atención de primera. Todos muy amables, y con cada plato el mozo nos daría una pequeña sanata de lo que íbamos a tomar, y los por qué de la elección de cada bebida en relación a la comida…
Optamos por el menú de degustación de ambas clases (pedimos uno cada uno con Alfredo y los compartimos), acompañados sabiamente por una regia cata de vinos varios… Ana prefirió un plato “definido”: solomillo de marrano acompañado de una salsa bien “Anita” de tomates, cebolletas y tal…
Nos pareció oportuno empezar con un rosadito brut (al fin conseguimos un buen brut en Lisboa!), además, claro está, de la cata que acompañaba las degustaciones… y arrancamos los tres con el rosé y una entradita de la casa.

Este “Touriga Nacional” de Luis Pato se hace a partir de uvas Touriga, cosechadas allá en septiembre de 2007, con primera fermentación en acero y segunda en botella… Una manteca... Lo recomendaban para acompañar tanto pescados y mariscos como carne asada. Nos vino al pelete… Gran rosadito!

Al rato arrancamos con la degustaçao: Un copete de champú blanco de pinot para acompañar un coctail de mariscos con frutas... ¿exóticas?: almejas, langostinos y unos pulpito bien aliñados y servidos con unos pedacitos de mango y papaya, + unos dátiles enrollados en panceta crocante con una salsita muy piola de naranja, jengibre y espumante… Gut.


Seguimos con una copita de blanco verde sequito muy interesante para acompañar un extraordinario carpaccio de bacalao ahumado, que venía con una especie de salsa criolla pero con una verdurita verde medio rara, con gusto a rabanito –ponéle-, + dos tostadas con queso de cabra fundido apenas (Chevre chaud), oriundo –dijeron- de la granja artesanal Macussa de Setúbal –ponéle otra vez…- y finamente coronadas con un higo marinado en miel… Rico también.


(De más está decir que entre plato y plato, o entre copa y copa, nos refrescábamos el garguero con el patito rosé del comienzo, por lo que la diversidad de valores etílicos nos fue reventando el cerebro y, supongo, también el hígado…).

Llegamos al principal y nos sirvieron sendas copas de tintorro del Douro  para meterle a unos “trouxa de alheira de caça em couve lombarda” que resultaron ser unos niños envueltos de repollo verde con chorizo adentro… pero bañados con una salsa que no me copó demasiado. No sé por qué, pero ya no me banco la “salsita boba” de tomate, ese fileto sin sabor que solemos encontrar aquí y allá. La única salsa que me copa realmente es la bologna "de la death” que preparo yo mismo y que mi familia –pobre…- apenas puede tolerar. En fin…

Ade+, y por suerte, un Carpaccio de pechuga de pato con salsa Cumberland (una salsita cítrica con cebollita, mermelada de arándanos o algún fruto rojo, mostaza, jengibre y vino de Oporto!). Bien acá! 

A esta altura, ya nos habíamos terminado el patito rosa (más la elegante cata) y llegaron los postres y lo mejor de la niut: un EXTRAORDINARIO Oporto Ruby Reserva Six Grapes de Graham. La primera copa la acompañamos de una tarta de mascarpone con crema de huevo + unas tremendas peras al Oporto Vintage…

La verdad, el Graham’s Ruby Reserva nos voló la capelu tanto, pero tanto, que de ahí en adelante hicimos rondas y más rondas de este maravilloso Oporto hasta desfallecer, y así en dope como estábamos, nos ocupamos igual de recorrer el túnel (en subida!) que años atrás solía bajar el agua hasta el depósito y los piletones, y que hoy está atiborrado de botellas de vino… (http://www.grahams-port.com/section.php?id=186)

Por suerte, estando a apenas media cuadra del departamento..., pudimos llegar enteros.

O casi.

MUY GROSSO…

No hay comentarios: