Recomienda el
chef vasco David de Jorge en su libro “Con la Cocina no se Juega” que hay que “comportarse, de vez en cuando, como un
monstruo”.
Asegura,
además, que se debe “desconfiar de quién
no se dio nunca el gustazo de comportarse en la mesa como un animal, pues de
esa forma averigua uno sus límites privados y la delgada línea que separa al
gourmet del zampabollos.
La sensación de comer mucho de algo que te pierde,
delata la envidia en la acusación de gula que los mortales aburridos lanzan
sobre la gente noble”.
Este domingo
pasado fuimos a almorzar a la casa de mis tíos Jorge e Irma. En realidad, son
los tíos de mi mujer Ana, pero a esta altura de la soiree, y después de ir a comer a su casa cientos de veces miles de
exquisiteces, dejo aquí por escrito que cuando me separe entregaré casa, auto,
cuatri, ahorros y mi colección de comics de Solano López, pero que quede claro
que a los tíos Jorge e Irma me los quedo yo.
Este domingo
sirvieron “Guiso de Mondongo”.
Con mayúsculas, del posta, aquel que uno no puede dejar de comer.
Mondongo cortado en pequeños trozos casi simétricos, iguales entre sí. Sin
largas tiras, ni cuadrados enormes y chiclosos. Pequeños cuadraditos de 12 mm
de lado, todos parejos, tiernos y sabrosos. Lo mismo para el chorizo colorado
–cortado en pequeños pedazos de… digamos… ¿5 mm de lado?, la panceta –también
pareja-, y unas “enormes”, en presencia y sabor, patitas de cordero –pequeñas, muy blancas, puro
cartílago y cortadas prolijamente al medio- que se deshacían en la boca. Y los
garbanzos, en su justo punto, ni duraznos,
ni deshechos: justos. Mantecosos. Riquísimos. Todo cocido con cebollas, blancas
y de verdeo, y el toque inigualable del pimentón español. Eso sí, nada de papa.
Que acá “no hace falta estirar” con la santa papa un plato de mondongo que
resulta ser semejante maravilla… ¿Para que agregar una insulsa y blanca papa a
tanto color y tanto sabor?
El plato
tenía una armonía de colores, tamaños, sabores y aromas que, como decía la prócer
de la cocina televisada: ¡era un puema!
El tío Jorge
me esperaba con un Mapú Curá Rosado brut de Bodega Mainqué (el hombre sabe
tratar a su sobrino preferido!), y apenas me pusieron el plato en la mesa,
agradecí con cinismo “la media porción” recibida. En segundos mi plato sopero
viajaba otra vez a la cocina para volver repleto hasta arriba, casi desbordando.
Terminé antes que nadie y repetí en igual cantidad y con mayor vehemencia.
Más tarde, y cuando ya
nadie quería comer más nada y todos esperaban los postres de la tía Irma, me
pareció oportuno agasajar a los
cocineros pidiendo una tercera porción, requerimiento que me fue satisfecho
de inmediato. O sea que, tres platos de guiso de mondongo tres; sin repetir y sin
soplar.
Que como
decía el tenista aquel devenido en galán: “¡soy un león comiendo mondongo!”
Para los grises que no saben comer, había también
tallarines con estofado de peceto. Y al momento de los postres (tortas varias, profiteroles, masas, higos y quinotos en almíbar, variedad de cremas y salsas, etc.) me incliné por un postre singular y atípico:
dos -sí, dos- sanguchitos de peceto (en fetas de unos 10 mm de alto, para nada secas, muy
tiernas y con una salsa irresistible) que me armé con unos mignoncitos que
rescaté del atracón…
Luego,
discretamente, me fui a dormir una siesta de dos horitas “que se la pedí
prestada a la muerte”.
7 comentarios:
EXIJA QUE LO AGASAJEN NUEVAMENTE Y ESTA VEZ RECUERDE LLEVAR CÁMARA DE FOTOS!
Disculpe la anodina actitud leguleya pero usté hace tan solo unos días me dijo que no consumía Peceto. ¿Qué pachó? Entiendo que la tía Irma y el tío Jorge hacen maravillas con todo aquello que está declarado apto para consumo humano y no tanto, pero revise sus aseveraciones a futuro Animalito Gourmet
Mr. Abbott Paculo, querido: Ambas cosas son ciertas.
Hace unos días dije que no consumía peceto, principalmente -recuérdelo bien- porque siempre lo consideré seco y "sin onda". Claro... hasta que probé el de mis tíos Jorge e Irma. Ahora, sólo como peceto si ellos me lo ponen a la mesa. Hasta Ud. puede entender esto.
Avilez; hay fotos, claro, pero la ida era explorar mis dotes de "narrador" y ver si podía, sólo con palabras, transmitir la insuperable experiencia de comer el mejor GUISO DE MONDONGO del universo. ¿Lo logré?
Ud. dirá...
Hola Javier "VIVA LA BUENA VIDA" Doeyo !!, como va querido !!
Recibiste el pedido que te pasé, por las dudas te lo reenvío.
Abrazos !!
Excelente !!!!!!
Aguante Kristina !!!!!!!!!!
Sí, aguante Kristina y Aguanten tus Viejos!!!
Lo de los grises es verdad, hay gente que no come mondongo. También los hay que no comen paella "con bichos raros". En fin, más para nosotros.
me fui a dormir una siesta de dos horitas “que se la pedí prestada a la muerte”. Muy bueno, je. Recuerdo una vez que terminé mal, no podía girar en la cama, a la Homero Simpson, bien de mostro.
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