Vamos a arrancar el 24 comiendo y tomando todo y de todo, el 25 nos clavamos lo mejor de las exageradas sobras, el 26 alguna cosita que quedó, "por no tirarla"... El lunes 27 queremos cuidarnos (por lo pasado, y por lo que vendrá), pero una reunión con los amigos, alguna cosita surgida en el laburo, y otra vez tomando de más. El martes sí, dieta obligada... Pero no. Termina el año, ¿y ahora vas a empezar a cuidarte? Le damos con todo al mediodía, hace calor -mucho- y las cervezas heladas van y vienen. A la noche, muchas pizzas y más cerveza. Fue el último día de laburo del año... Y bueh... El jueves arranca oficialmente el fin de año: picada grossa bien regada, haciendo la previa de la cena del 31. Y el viernes ni hablemos: lechón, pollo, asado, biteltoné, matambre, papas, ensaladas, vino, vino y más vino. Y helado en cantidades industriales. Comer y tomar hasta morir. ¿Y el primero de año? Otra vez las sobras. "Para no tirarlas, ¿viste?"
Lo dicho, 9 noches de locura...
Seamos felices.
1 comentario:
Estimado Javier,
No se tú pero por aquí 9 días heliogábalos te lleva a la tumba. Te cuento que la cena navideña lo forman un pavo entero y lechón al horno, ambos bien embadurnados como comprenderás,acompañados de arroz, papas doradas y una ensalada mal llamada rusa que es verdura sancochada envuelta en mayonesa, además de los clásicos chocolate (para tomar) y el panetón italiano. Una dieta de locos que en mi casa no se cumple. El tío Sam impuso esta absurda dieta muy apropiada para el gélido norte (una taza de chocolate caliente cuando la temperatura anda por los 30 grados, te imaginas?) Además el populorum le zampa encima de esta atroz combinación la cerveza helada y ni te cuento los resultados. Pobres estomagos en realidad. Pero en fin, tradición es tradición. Y el 25 de mañana el calentado de la noche más unos tamalitos. Pura erupción volcánica.
Benjamín
Publicar un comentario