Cada uno es cada quién.
En la hora del piscolabis, ese momento de la última tarde en donde en bagre empieza a picar y hay que meterle algo antes de que caiga la noche y haya que sentarse y cenar como dios manda... digo, es en la hora del piscolabis en donde se puede ver cuán diferentes somos Anita y yo...
Acá abajo, un mínimo cuarto trasero de cochón, una flautita, un salamito -muy noble debo decir, con una pasta en la que sobresale el jamoncito cortado a cuchillo bien aliñado con pimentón dulce- y una infaltable copita de espumante para mí e, inmediatamente, las exquisiteces de Anita: una pera machucada, unas típicas papas fritas artificiales y un desabrido vaso de agua mineral...
En fin...
1 comentario:
Jaja, muy bueno.
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